
“Arriba el sol, abajo el reflejo.... puente”
De nuevo y gracias a Dios, el equipo fue convocado por la región occidental de nuestro país, esta vez fue el bajo Chaco.
Empezamos a transitar, (no sin antes abonar su oneroso peaje obligatorio) por la bautizada por los paraguayos, como “Ruta Ñ”, en referencia a una señora muy conocida de épocas pasadas. Después de unos 50 Kms aprox. Llegamos a un desvió llamado “Quesada”, (cuyo nombre origina el tributo a un prolifero hombre de leyes de nuestro país); entramos al desvió, pocos metros después nos encontramos con un puente de madera, de impecable factura, sobre el rio Confuso, cruzamos (30 fotos mediante) y llegamos a la estancia.
Nos recibió el capataz, Don Ernesto Galeano, y nos dijo que los patrones aún no habían llegado; le preguntamos si ya podíamos empezar a trabajar; recibida la venia correspondiente, metimos manos a la obra.
Un dúo muy dinámico empezó colocando 6 paneles sobre la caída norte del corredor jere de la casa patronal, con el cuidado de que todo este alineado para conservar la “estética, que es el arte visual” según un poeta amigo contemporáneo.
Otro par nos dedicamos a los trabajos en tierra, de jabalina (con ayuda de Don Galeano), ducteados, fijación, análisis de tablero y cableado existente, entre otros trabajos necesarios.
Llego el patrón con la familia completa, para pasar Semana Santa y todo fue alegría, realmente desde el primer momento nos hicieron sentir que la casa era nuestra, con el mensaje “hagan el trabajo como si fuera en su propia casa”, a partir de ese momento, y con el voto de confianza explicito, nos pusimos a tomar las mejores decisiones para que el sistema solar tenga el mejor rendimiento posible.
Instalamos un inversor en el exterior de la casa, usando un gabinete metálico para su protección, con un banco de baterías que fue dispuesto en un estante de madera que fabricaron los propios estancieros y quedo muy sólido. Confiamos en que cumplimos con la máxima del poeta amigo.
La sección culinaria de la historia no puede estar ausente, y como esto es contar, (sola y únicamente), nuestra versión de los hechos, no podemos faltar a la verdad y admitimos que hemos regresado con alguna que otra centena de gramos de más, pero “sin ningún remordimiento” (hei la hetaiterei okaru), en síntesis, nos alimentaron como reyes y estamos más que agradecidos, nada más agregar que cuando llegue a casa, mi hija menor me dijo “Papi, tenes que enflaquecer”……
Por último, lo más importante siempre, agradecer a la familia que aguanto la invasión a su casa esos días y nos hizo pasar días más que felices. Gracias por elegirnos! Y esperamos haber cumplido con suficiencia sus expectativas.
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